Hoy, 21 años después, es evidente que muchas de sus ideas no solo eran acertadas, sino visionarias. Su planteamiento sobre Internet como herramienta para ampliar horizontes educativos es totalmente vigente. Sin embargo, también es cierto que la realidad actual supera ampliamente lo que él podía anticipar: plataformas masivas, aprendizaje híbrido, inteligencia artificial, accesibilidad digital, redes sociales académicas, aulas virtuales, recursos interactivos y aprendizaje móvil son ahora parte cotidiana del proceso educativo. El Internet no solo ha cambiado: se ha convertido en un espacio indispensable para aprender
Algo que sí ha cambiado profundamente es la escala. Marqués describía un Internet prometedor pero limitado; hoy, la web es un entorno expansivo donde convergen educación formal e informal, donde millones de personas aprenden mediante videos, cursos en línea, webinars o foros sin necesidad de estar inscritos en instituciones tradicionales. El aprendizaje dejó de ser un privilegio localizado y pasó a ser un proceso global. En ese sentido, Internet sí configuró un nuevo paradigma educativo: uno flexible, descentralizado y accesible para cualquier persona con conexión
En mi experiencia personal, el internet ha sido una puerta abierta para estudiar, complementar conocimientos y acceder a oportunidades que de otro modo no existirían. Desde tutoriales hasta plataformas universitarias, mi formación se ha nutrido constantemente de recursos digitales. Además, la pandemia evidenció que el Internet puede sostener por completo la continuidad educativa, algo que Marqués intuía, pero que difícilmente pudo imaginar en la magnitud que vivimos. Donde él veía potencial, hoy vemos evidencia
Sin embargo, también reconozco un punto donde el artículo queda corto: la desigualdad digital. Marqués abordaba limitaciones técnicas de su época, pero no tenía aún el contexto para anticipar cómo la falta de conectividad se convertiría en una nueva brecha educativa. Esto sigue siendo un reto urgente y nos recuerda que Internet no garantiza inclusión por sí mismo, requiere políticas, formación docente y acceso equitativo

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