Emiro Perdomo
Recuerdo mi estadía en la frontera colombo-venezolana, específicamente en la población del Nula, en el Alto Apure, cuando compartiendo con niños y jóvenes del pueblo se aprendía y se disfrutaba de las conversaciones, unos nacidos en Venezuela, otros en Colombia, allí no importaba el origen sino el crecimiento en todo, en alegrías, en aprendizajes para desarrollar la idea de mejoramiento como persona, como institución porque era una escuela granja que buscaba producir frutos o como población porque entre los vecinos también había mucha solidaridad.
La educación puede llegar con muchas caras o formas, lo importante es que haya crecimiento y te lleve a desarrollar tu potencial, buscar la mejor versión de cada persona, esté donde esté porque no importa de donde se venga o hacia donde se va, la educación no tiene frontera.
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