Oriana M. Renaud P.
Cuando Marqués Graell estaba redactando su artículo en 2001 sobre los usos educativos del Internet y si nos estábamos dirigiendo hacia un nuevo paradigma de enseñanza, yo tenía 9 años y estaba en 4to grado de educación primaria. Todavía me gustaba ir a la biblioteca de mi institución a leer algunos de los libros de fantasía que estaban en el estante y no se cruzaba por mi cabeza que tan solo un año más tarde, esos libros empezarían a ser intercambiados por páginas web con estilos muy básicos y mi primer contacto con Encarta 98', que haciendo uso de su conexión a Internet para descargar algunas actualizaciones, me permitía buscar aquello por lo que mi mente sintiera curiosidad en ese momento, y también por lo que no, ya que gracias a este software, aprendí sobre fractales, música del mundo y cómo se decía un mismo refrán en diferentes dialectos. Creo que puedo afirmar que gracias a ese primer contacto con el Internet para uso educativo, se despertó mi interés por saber cada vez más sobre cosas cada vez más extensas, manteniéndose ese interés así hasta el día en que me gradué de bachillerato, donde ya mis compañeros de clase me llamaban "Wiki" porque siempre tenía una respuesta para todo... como "Wikipedia".
Contar con acceso a Internet desde una temprana edad me otorgó ciertas habilidades para saber dónde buscar, en qué páginas confiar y a cuáles echarles ojeadas más detalladas que pudieran poner en tela de juicio la utilidad e importancia de su información en vez de dejarme llevar por estilos de página que se veían "profesionales" o "elegantes": a veces la información más fidedigna provenía de páginas con contrastes de colores poco agradables a la vista. Eso lo comprobé en mi 4to semestre de la carrera de Ingeniería en Informática, donde descubrí que tenía vocación para la docencia porque me gustaba hacer guías de estudio y explicarle a mis compañeros los conceptos en los que tuvieran dificultad, y les enviaba a través de correo electrónico "fotocopias" de mis guías escaneadas para que las pudieran tener. Ya hacia el 8vo semestre, yo más bien imprimía las diapositivas que nos enviaban por correo electrónico también los profesores, para poder subrayarlas y estudiar con ellas, debido a que ya habíamos salido en definitiva del retroproyector y habíamos mutado al video beam. Esto significaba también buscar información en bibliografía física (o su equivalente en digital descargado de internet) para realizar exposiciones con láminas que contuvieran extractos de información adquirida a través del famoso Google para complementar lo encontrado en los libros.
Cuando empecé a dar clases, mis diapositivas se distribuían en pendrives, ya que la mayoría de mis estudiantes no chequeaba correo electrónico y Drive no era uno de los servicios más populares de Google tampoco. 7 años más tarde, ahora a través de Módulo 7, le solicito a mis estudiantes que carguen en formato PDF sus investigaciones realizadas con ChatGPT, al cual le deben haber solicitado que amplíe y verifique la primera información obtenida al menos 2 veces para refinar los resultados. Esa información además, debe ser complementada, "tal y como me lo solicitaban a mí cuando estudiaba", con búsquedas precisas en Google y libros. Escribiendo esto es que caigo en cuenta de que la estrategia es la misma, pero la diferencia es abismal en menos de 10 años, así como también lo fue desde mi 4to grado de primaria a mi 5to año de bachillerato. La invasión del internet en el ámbito educativo ha sido inexorable y comprendo que ahora como docente, mi rol es llevar de la mano a quienes están aprendiendo a navegar en el vasto mundo de la información digitalizada e interconectada.
Aprender de Internet parece fácil, pero cada vez me convenzo más de que quizás no es tan fácil como parece. Cualquier tipo de contenido está al alcance de cualquier tipo de persona, pero eso solo implica que cada vez será más difícil filtrar lo que es contenido de calidad debido al gran volumen de información al respecto que puede existir en un momento dado, y muchas veces para perseguir algún tipo de agenda o quizás por falta de ética profesional, a ciertos creadores no les preocupa o interesa verificar la fiabilidad de la información que cuelgan en la red y somos los consumidores los que tenemos que aprender a tomar con pinzas lo que nos cruzamos por ahí. Esto no es necesariamente malo, simplemente significa que el internet es un arma de doble filo: si lo usas con conciencia y reconoces que puedes estar ante información que puede no ser veraz, es muy probable que el Internet te ayude muchísimo en tu vida si procuras verificar dos veces lo que encuentras. Si por descuido, te dejas llevar 100% por una oración que encontraste en una página aleatoria en internet, los resultados pueden ser catastróficos.
Rescato la cita final del documento:
"Y el profesorado fue integrando Internet en su quehacer docente porque la sociedad disponía de la infraestructura necesaria para ello, porque conocía los contenidos y las posibilidades de Internet [...], y porque creía que debía hacerlo..."
porque es inevitable que el Internet esté presente en nuestro día a día. Para investigar, para planificar clases, para buscar ejemplos, ahora para utilizar herramientas TIC que apoyen el proceso de enseñanza/aprendizaje... Las posibilidades son infinitas y mientras más involucremos el internet en nuestra formación de una manera sana y consciente, más tendremos al alcance de nuestras manos y clicks el conocimiento del mundo.
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