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sábado, 25 de mayo de 2024

¿EDUCACIÓN EVANGELIZADORA DIGITAL EN VENEZUELA HOY? De poseídos a seguidores y anunciadores del Señor

 Ileane Tolosa Virgüéz


¿Realidades poseídas?

Echaremos una mirada a dos aspectos reales de la realidad: eclosión del mundo digital y la situación país. Fácilmente se pudiese afirmar que son realidades “poseídas o endemoniadas”, y es normal. Porque lo que se sale del control puede ser controlado “por alguna fuerza maligna” que busca distorsionar y dañar hasta eliminar.

Entonces toca asirse de datos y herramientas que ayuden a volver a tomar el control. Y para eso, lo primero es reconocer el miedo, nombrarlo y controlarlo. Porque mucha información negativa se tiene sobre el internet, por ejemplo, y es ahí donde considero se abre una rendija para que desde la Educación se eduque, valga la redundancia, cómo abordar y captar la realidad, sí, desde sus múltiples aristas y no desde un pretendido único enfoque que minimiza hasta el extremo. Mirar el internet desde Dios, es algo así como lo que afirma el sacerdote Antonio Spadaro: Actualmente, Internet es ya una realidad que forma parte de la vida cotidiana. Si bien hasta hace algún tiempo asociábamos la Red a algo muy «frío» o técnico, que exigía conocimientos específicos, hoy es un lugar al que acudimos para entrar en contacto con los amigos que viven lejos, para las noticias, para comprar un libro o hacer la reserva de un viaje, para un intercambio de intereses e ideas.”[1] Sólo una mirada positiva, cambia la percepción y otea posibilidades. No es negar el mal uso o abuso que existe y es real, sino engranarlo con lo propio de la educación y redireccionar para bien de la sociedad.

De igual manera hoy en Venezuela, como en cada época, todos los aspectos del acontecer nacional son tocados por lo que sucede a diario en la realidad, sea desde lo histórico o desde lo trascendental. La educación especialmente no es ajena ni indiferente a tal situación. No es ajena porque justamente en y desde la educación se fragua el horizonte posible para toda cultura y sociedad, por ende, en su naturaleza no cabe la indiferencia. Sufre lo que sufre la sociedad y más, pero también se gloría en cada destello que surge como posibilidad de algo nuevo y distinto.

Aunque presenciemos un momento en el que se le viene exigiendo a la educación, por activa y por pasiva, que entre en la carrera de la actualización tecnológica y digital, también somos conscientes de las resistencias que entraña por décadas. Porque sencillamente la novedad se nos aporta más como desconocido e ignorado, y eso asusta. Por tanto, pide la necesaria toma de conciencia del estado en que está e intentar asumir la necesidad de cambio o transformación. Y luego del tiempo de pandemia los actos en consecuencia con esta toma de conciencia han sido con pasos acelerados. Se nos impuso la realidad.

Hay que reconocer que la educación ha estado entre jardines, sepulcros y orillas como respuestas a determinados momentos históricos, pero que eso no implica el establecerlos como hitos monolíticos e inamovibles.  Precisamente siendo educación, se vale de lo que es y tiene para llevar de la mano e indicar a cada quien el modo de ser personas cada vez mejores tanto en cuanto se vuelven aporte acorde a las circunstancias y en perspectiva propositiva.  En medio de una crisis económica compleja como la que vivimos, plantearse el sentido de Educar evangelizando hasta en el mundo digital suena como a misión restauradora.  Sí, quizá parecida a la que inició y animó Francisco el de Asís[2].  Y como él, muchos otros, que en la historia se han aportado para recuperar el valor entrañable de la humanidad, es decir, su razón de ser. Ser hermanos dando forma a la comunión, sueño de Dios.

El contexto actual no ha dejado de golpear, y sin misericordia, el ámbito educativo y su misión humanizadora. Un consecutivo empeño en degradar a niveles mínimos la labor y dignidad de quienes tienen en sus manos la hermosa tarea de formar los ciudadanos que el país necesita para su funcionamiento y desarrollo.  Degradación que no sólo trastoca el aspecto económico, sino que ya de por sí incide en todo lo que conforma el mundo relacional y de fácil acceso o no a las nuevas tecnologías.  Ahora, siguen surgiendo preguntas de cara a familias y educadores vapuleados, pero resistiendo confiados en la gracia de Dios, por ejemplo: ¿Cómo hacer atractiva la oferta educativa en un entorno así? ¿Qué herramientas facilitar a educadores y familia para canalizar la restauración necesaria en la educación hoy? ¿Qué alianzas pueden hacer real el acceso a lo tecnológico y no conformarnos con estar entre los excluidos? Y desde la tarea pastoral, ¿Cómo hacer visible y creíble la persona de Jesús y su proyecto también en nuestros centros educativos mientras se incorporan al mundo digital?  Inquietudes que crecen con la clara conciencia de que en realidad, y a pesar de lo que pueda parecer, Internet no tiene nada que ver con las conducciones de agua o de gas. No es algo técnico, no es un conjunto de cables, hilos, módem y ordenador. Sería un error confundir la «realidad» y la «experiencia» de Internet con la infraestructura tecnológica que la hace posible. Sería, por poner un ejemplo, como reducir el hogar doméstico (home) al edificio en que vive la familia (house).”[3]

 Para los venezolanos en Venezuela, un poco de la luz del Evangelio…

En esta oportunidad un texto del Evangelio ayudará a complementar la reflexión: Marcos 5,1-20. Encuentro con la persona de Jesús que alienta y recrea el modo de restaurarnos en el ámbito educativo y en contexto de era digital. Siempre enmarcada en sus coordenadas: sus palabras y gestos.

 

De poseídos a anunciadores de la acción de Dios[4]

 

Vivir entre sepulcros gritando y gobernados por fuerzas internas descontroladas resulta ser el triste panorama que por años nos envuelve en el país. No hay orden ni claridad, además la creencia en el imaginario común es que esto es normal.  Hay violencia e impera el caos aunque se intente aparentar estableciendo estructuras o dinámicas de funcionamiento que lo oculten o den por permitido[5].

Sin embargo, lo que hay de humanidad y que jamás deja de serlo es precisamente lo que hace que reconozca Jesús como el ser humano por excelencia, y que, sin él y su referencia a él, no hay acción que revierta tanto mal y tanta desidia. Es necesario volver a Jesús, buscarlo, salir a su encuentro, independientemente de cual sea el estado actual.  Es más, andando entre sepulcros tendríamos que procurar y procurarnos estar con Él. Algo que nos haga salir del ensimismamiento sumiso y dejar que la fuerza de Su Espíritu sea la que poco a poco haga retomar el cauce.  Sólo con su Espíritu podemos reconocer que falta su presencia en nuestras vidas. Sólo con su Espíritu apreciamos su presencia porque toca estar de rodillas reconociendo su señorío. Y aunque tomen voz las fuerzas internas descontroladas y de manera inapropiada, permanecer de rodillas. Porque es Él quien puede dar orden y serenidad al mundo interior y convulso de todo hijo abatido por el yugo de la vida controlada por la injusticia. Pues el mal reconoce al bien como amenaza.

Hacer presente a Jesús de Nazaret, más allá de conformarse con ser un colegio católico, supone afianzar la fe férreamente en Él. Preguntar sobre aquello que nos habita, dejar que cada quien nombre sus fuerzas internas identificadas o no, que al parecer suelen ser muchas, y hacerlo de tal manera que sólo brille la misericordia de Dios aconteciendo empezando por el modo de acercarse, de estar y de escuchar. Modo de frenar tantas expresiones que lejos de humanizar, animalizan la cotidianidad. Porque el mismo ser humano tecnológico es el mismo ser humano espiritual, reconociendo que ya comunicar no se debe entender como transmitir sino como compartir-se.

 

Escuchar a Dios donde la vida clama…

 


De hecho, hace tiempo el lugar donde hace vida el Colegio Santo Ángel lo caracteriza la violencia. Ya no es sólo el pueblo dormitorio de personas con jornadas laborales en la capital del país. Ahora es conocido como foco de violencia y delincuencia de la peor.  Lugar de violencia y anarquía. Quienes dirigen la vida de la comunidad son bandas ‘dueños’ de sectores y, ay de aquél que se atreva a alzar y/o invadir su territorio.  Son ellos los que mandan, ni los cuerpos de seguridad ni organismos del Estado pueden con sus acciones: o se les suman y hay más degradación social o hacen caso omiso.  Por eso, el hecho de considerar difícil la tarea de entronizar la vida nuevamente en estos lares y junto a esto proponer una educación de calidad e innovadora, es el punto clave que nos hace mirar el entorno y nombrar lo que hay. 

Entonces, se hace evidente la misión de todo ángel visible y proclamar a los cuatro vientos: “para Dios no es imposible” (Lucas 1, 37), lo grandioso es pensar y creer que en medio de este reino caótico Dios se abre paso y atrae a sus aliados.  Porque al ser pueblo pequeño, buena parte de los estudiantes y personal que labora en el Colegio se encuentran conectados a estos individuos, sea por vínculos familiares, vecinales o por el hecho de estar arropados por el miedo. Así, aún en medio de este panorama, precisamos formación, acompañamiento y experiencias de fe que nos haga madurar y dejar los infantilismos espirituales. ¿Por qué? Porque al fortalecer el espíritu hay posibilidades de no sólo razonar la fe, sino también de aclarar ideas, pensamientos, sueños que movilicen en conjunto, no en solitario, deslindarnos de la sumisión y darnos cuenta que nos necesitamos todos por igual. Ninguno sobra, todos contamos[6].

Hacer creíble a Jesucristo en medio de nosotros comenzando por el testimonio personal y comunitario es la tarea. Conectar el testimonio real inmediato, en la convivencia, para hacerlo real también en el mundo digital. Dios entre luz, imagen y movimiento será creíble tanto o igual que lo sea en lo cotidiano. Esto supone, por lo menos, que la gestión y trabajo en equipo patentice el plan salvífico de Dios en el centro educativo teniendo como radio de acción cada familia, cada hogar y más allá, de manera que sea la luz de Cristo la que vaya disipando toda tiniebla, ilumine tantos sepulcros y libere tantas realidades ‘endemoniadas’.

Por eso el trabajo es arduo y apasionante a la vez. No es tarea de uno, es misión de todos.  Dicha restauración apunta por revisar nuestros modos de abordar situaciones diarias, eventuales y extraordinarias. ¿Cómo contribuir a que Venezuela vuelva a estar ‘sentada, vestida y en su sano juicio’ y que eso no nos asuste? ¿Acaso el miedo puede hacernos perder la memoria del estado originario y digno? Porque luego nos tocará ‘contarle todo lo ocurrido’ (Cfr. Marcos 5,16) Y la educación venezolana, ¿cuándo la podremos ver tal como a Venezuela ‘sentada, vestida y en su sano juicio’ proclamando la alegría del Evangelio hasta en el mundo digital?

En este punto retomo mi palabra reflexionada en la que afirmo la necesidad de dos posibles miradas objetivas sobre nuestra Venezuela y el papel para la Educación. Una que nos haga conscientes del “Alzheimer social”, caracterizado por la pérdida de memoria (histórica, nacional e inter-relacional), que ha debilitado la identidad ciudadana, apoyándose en la eterna promesa mesiánica de siempre: un líder salvador del país.  Y la otra, que nos pinta la cara y el alma de esperanza que con pequeños destellos acontece en lo débil, en lo cercano, en lo mínimo.  Sin dejarnos robar ni la alegría ni la esperanza[7] que brota del Evangelio que germina en la resiliencia de los confiados en Dios. Es decir, restaurar el sentido de institucionalidad en el tejido social y ciudadano. Institucionalidad que garantiza el derecho y regula el deber.  Dejar esa mala costumbre “y que venezolana” que nos ha llevado al irrespeto ante el carácter institucional de cualquier instancia al servicio de la ciudadanía. Y desde la pastoral intentar, sin rendirse, acompañar a cada familia-institución como escuela-institución para que haya un mínimo de ejercicio ciudadano. Porque es en el hogar, en familia donde el ciudadano abatido por las fuerzas externas descontroladas, tiene el sustento de su ser y el sustrato que da consistencia a su mundo relacional. Es la familia-institución donde nace y crece el ciudadano restaurador de la Venezuela que queremos ver: “vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti” (Marcos 5,19)

 “En Él vivimos, nos movemos y existimos” (Hechos 17,28)

En fin, no se trata de satanizar el mundo digital y quedarnos en eso, sino reconocer la novedad y las limitaciones para abordarla. Asumir que el internet es una realidad vital y por tanto, espacio habitado por Dios, sólo que corresponde visibilizar su acción allí también para hacerlo creíble: “¿Cómo creerán en aquél a quien no han oído? ¿Cómo oirán si nadie les predica?” (Romanos 10,14) La tarea es desde la educación hacerlo y hacernos prójimos para ayudar y dejarnos ayudar, para crecer juntos y aprender mutuamente, por lo que sugiero acoger y reflexionar los retos que propone Spadaro[8] en su artículo:

  1.        Capacidad de buscar y encontrar a Dios.
  2.        El derrumbe de las programaciones.
  3.        Capacidad para testimoniar la fe.
  4.        Capacidad de interiorización.

Entonces serán expulsado demonios y dignificada cada dimensión que configura la mejor versión del ciudadano y ser humano que nuestro país necesita…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] SPADARO, A. Revista Razón y Fe, 2014, t. 269, nº 1386, pp. 365-374

[2] Cfr. Fratelli Tutti # 1

[3] SPADARO, A. Revista Razón y Fe, 2014, t. 269, nº 1386, pp. 365-374

[4] A la luz del texto evangélico de Marcos 5, 1-20

[7]  Evangelii Gaudium 86

[8] SPADARO, A. Revista Razón y Fe, 2014, t. 269, nº 1386, pp. 365-374





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